La peor sequía del Paraná afecta la vida y la economía nacional

Publicado el 18/07/2021

Itaipú producirá un 15% menos de energía este año y Yacyretá funciona al 50% de su capacidad. Como el río tiene un caudal un 40% menor que el promedio histórico los puertos graneleros sobre su vera no se pueden utilizar porque no hay calado para llevar las barcazas. Pescadores comienzan a mostrar preocupación por la salud de la fauna ictícola y solo los contrabandistas aparecen celebrando que haya partes en las que solo hay que atravesar un hilo de agua. En Argentina temen que haya problemas con la energía y el abastecimiento de agua potable. En Brasil, Matto Grosso tiene emitida una alerta y el corazón de la generación energética está en crisis. El gigante hijo del mar de los guaraníes parece decir que algo debe hacerse para protegerlo mejor.

Por Jorge Zárate ([email protected]) - Fotos Gustavo Galeano, AFP y archivo de La Nación.

Se cree que será la sequía más grande de la historia del gran río Paraná, un pro­blema que ya está causando serios inconvenientes en los tres países que recorre, Bra­sil, donde nace, Paraguay donde ejerce su potencia hidroeléctrica y Argentina a la que baña in extenso.

“Esperamos que se prolon­gue hasta setiembre u octu­bre cuando comienza a llover más y los niveles normales son superiores a los que se registran entre junio, julio, agosto, que estacionalmente son los más bajos”, dice con cierta espe­ranza Nelson Pérez, hidrólogo de la Dirección de Meteorolo­gía. La bajante ya tiene dos o tres años y se adjudica a la falta de lluvias en un fenómeno his­tórico, solo comparable a las marcas registradas en los años 68 al 71, con algunos registros ya igualados, incluso.

Desde la Niña

“En principio, tuvimos una Niña, fenómeno climá­tico que se caracteriza por la falta de precipitaciones”, dice Pérez.

Ecologistas y defensores del medio ambiente asegu­ran que en el descomunal desmonte de las áreas de su cuenca madre, que tiene más de un millón de kilómetros cuadrados, está la matriz del problema. “Pienso que sí, que el desmonte y el cam­bio climático tienen que ver, cualquier cambio del terreno influye en el régimen de llu­vias, pero no puedo afirmarlo a ciencia cierta porque fal­tan estudios que lo demues­tren”, dice.

Hugo Zárate, superinten­dente de Operación de la bina­cional Itaipú, admite el bajón en la producción: “Hablamos de un 10% menos en el primer semestre del 2021, con rela­ción al mismo período del 2020. Se estima que esta diferencia pueda llegar al 15% al final del 2021, dado que el año pasado la producción ha sido de 8.696 MW promedio”.

Y agregó: “Como la produc­ción de energía en la central es baja a consecuencia de la situación actual, el volu­men total de agua descar­gado también será bajo, difi­cultando las condiciones de navegabilidad”.

En concreto, el caudal del Paraná es en este momento un 40% menor que su pro­medio histórico: “A partir de las tres fronteras aguas abajo está en los 5 mil m3 por segundo (m3/s), siendo que el promedio normal his­tórico es de 10.500 m3/s, lo que dificulta la navega­ción porque el nivel del río baja pronunciadamente y está muy visible. Nuestras reglas hidrométricas en el Puente de la Amistad suelen tenerlo a 105 metros sobre el nivel del mar y hoy estamos cerca de 92 metros, estamos hablando de 13 metros de diferencia”, ejemplificó.

Represas Afectadas

Zárate se mostró esperan­zado en las previsiones de la dirección técnica que “pun­tualiza que no hay que des­cartar la posibilidad de que en los próximos meses ocu­rran crecidas de corta dura­ción en la cuenca cercana al embalse. Ello permitirá generar valores de afluencia más cercanos al promedio histórico por algunas sema­nas, pues serviría para alma­cenamiento en el embalse de la central y su eventual uso en los meses siguientes, obteniendo así una mayor generación de energía, que además proporcionarían momentáneamente condi­ciones de navegabilidad”.

Leopoldo Melo es jefe del Departamento Técnico de Yacyretá y cuenta que las estadísticas para encontrar algo parecido lo remontan al año 1944. “En setiembre iría repuntando, se daría cierta normalización porque hoy estamos haciendo 1.200 MVH de promedio, menos del 50% de la capacidad de la represa en condiciones de caudal normal. Estamos con 12 de las 20 turbinas en ope­ración, lo que nos da espa­cio de ir haciendo manteni­mientos programados”.

Por su parte, Lucas Cha­morro, jefe de Hidrología de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), aseguró que “estarán garantizados los caudales mínimos eco­lógicos en el Brazo Aña Cuá como también los caudales de aguas para las tomas de riego y agua potable”, un tema sensible que hace a la salud de las poblaciones.

También está lo económico: Hay 14 pasos difíciles de nave­gar río debajo de Yacyretá que hoy necesitan más cau­dal para poder superarse, especialmente Loro Cuarto y Cementerio.

Pérdidas enormes

Juan Carlos Muñoz, vice­presidente del Centro de Armadores Fluviales, estimó que “cien millones de dóla­res se dejó de facturar el año pasado y en este año se podría dejar de percibir unos 120 a 150 millones de dólares… Son números que manejamos en el sector pres­tatario de servicios”, ya que “un viaje que normalmente se hace en ocho días se hace ahora en quince y se imposi­bilita cumplir con los plazos de entrega”.

Wilson Sedy, directivo de la Cámara de Terminales Por­tuarias (Caterpa), analizó en diálogo con La Nación: “El río Paraguay tiene hoy 1.400 metros cúbicos por segundo y se navega, pero el río Paraná con 5.300 metros cúbicos por segundo que tiene hoy no se puede navegar y es por la falta de dragado”.

Lo hizo exponiendo el histó­rico del movimiento por el río, señalando que en el 2017, el movimiento fue de 3.2 millo­nes de toneladas por el río Paraná que se redujo durante el 2020 a solo 1.5 millones de toneladas, lo que equivale a una reducción del 50%.

“En los puertos estamos prác­ticamente con la capacidad ocupada al 100%, son 600 mil toneladas que tenemos hoy en los puertos. En la retaguar­dia; es decir, en silos de acopio, cooperativas de productores, de empresas que se dedican al almacenaje de granos, hay más o menos un millón de toneladas también”, contó Sedy en junio pasado.

El presidente de Caterpa, Ricardo dos Santos, fue más dramático: “Una tragedia es lo que está pasando”, apuntó señalando que a pesar de los ventajosos precios de la soja, los comercializadores no pue­den navegar el Paraná.

El mes pasado, en entrevista con este diario, Mauro Álva­rez, directivo del puerto OTS situado en Presidente Franco, graficaba la situación: “Desde el puerto Tres Fronteras lle­gamos a la zona cercana a Yacyretá, pero con proble­mas. Cuando normalmente se navega con seis barcazas, hoy se navega con una o dos barcazas. Eso representa mucha lentitud y altísimos costos en la logística”.

También se ven afectadas importantes cargas de combustible.

Una nueva “pandemia”

Óscar Rivas, ex ministro del Ambiente, especialista en desarrollo del territorio y sustentabilidad, asegura que “las sequías serán la nueva pandemia”.

Según señala, “venía anun­ciándose un período de grandes sequías en el 2019 y el 2020 en los ríos Paraná y Paraguay, donde la escasez de precipitaciones provocada por la disminución del tránsito de aire cálido y húmedo durante los veranos desde la cuenca amazónica hacia los territo­rios del sur del continente”.

El cuadro es grave: “Esta­mos con graves problemas en la cuenca Amazónica, en la del San Francisco y la del Paraná, Paraguay, del Plata… estas constituyen las tres grandes cuencas de América del Sur. La interconexión de aguas a través de los ríos voladores, la recarga de los acuíferos se vio interrum­pida en un gran porcentaje por la deforestación, por el cambio de ecosistemas, fun­damentalmente”, explica.

“Los ríos se han drenado para la navegación y los grandes humedales tam­bién para la producción de granos para la exportación (commodities). Muchos cuerpos de agua fueron colmatados por la defores­tación y el arrastre de sedi­mentos que es la consecuen­cia más que lógica, es la gran sequía que va a empeorar porque el sistema continúa. Y tendremos escenarios de fuego, matando vida, bio­diversidad y amenazando a las comunidades humanas”, comentó.

Rivas recordó que “dos de los grandes ecosistemas, funda­mentales en la provisión de agua, arroyos y riachos, hoy están casi secos: El Cerrado y la Selva Atlántica que fue­ron objeto de una destrucción inmisericorde… La expan­sión imparable de la mega­producción de commodities, el avance de la deforestación, el sobrepastoreo, la minería que avanza hasta en zonas donde normalmente no exis­tían, constituyen una acción antrópica (del hombre)”.

Reflexionó luego: “No se trata de un fenómeno natural como muchos quieren mostrar para esconder la verdad. Tam­poco vemos acciones cla­ras que impliquen cambios estructurales, o medidas que reviertan esta situación que toma a la humanidad como rehén de su propia civiliza­ción en crisis que está ante un escenario de gran extin­ción de especies, porque si no se cambia de verdad, se camina hacia la muerte”, advirtió el experto.

Argentina, preocupada

Según cita el diario argentino Clarín, en junio, la represa de Yacyretá generó 309.260 megawatts (MWh) menos que en idéntico mes del 2020. La generación bruta de ener­gía pasó de 1.098.676 (MWh) a apenas 789.416 MWh. “La caída del 30% la llevó a sus niveles de generación más bajos en mucho tiempo. Antes de abril, la generación mensual nunca había bajado del millón de MWh. Ya en ese mes y en mayo se había ubi­cado cerca de 930.000 MWh, que ya eran niveles bajos. Cuesta encontrar registros inferiores a los actuales, según especialistas”, expuso.

“La disminución contribuyó a que Argentina tenga que recurrir a más cantidad de gas importado y combusti­bles líquidos, que se utilizan para la generación térmica”, aportó el matutino, recor­dando que la represa aporta casi un 15% del consumo eléc­trico del país vecino.

Por su parte, el sitio especia­lizado EconoJournal apuntó que Yacyretá está aportando 800 MW para la Argentina y 200 MW para Paraguay… La EBY cree “muy probable la profundización de la bajante del río Paraná… Desde Cam­mesa (operadora eléctrica) estimaron que, si baja el (cau­dal) entrante en 1.000 m3/s, la baja en turbinado de Yacyretá para la Argentina sería de alrededor de 200 MW”.

A esto debe sumarse que están en riesgo potencial 2.400 MW de distintas centrales térmi­cas y las nucleares de Atucha I y II que son refrigeradas por las aguas del Paraná.

“Llevamos 1 año de sequía, se perdió un 25% de los produc­tos del campo... hoy sin sequía el gobierno recaudaba 3.500 millones de dólares más en impuestos”, comenta un lec­tor en un portal de la provin­cia de Santa Fe.

Se lee que la Bolsa de Comer­cio de Rosario calculó pér­didas por más de US$ 300 millones y comentó que se está haciendo necesario ajustar el volumen de carga en barcazas que bajan por los ríos Paraná y Paraguay al Gran Rosario desde Paraguay, Boli­via y puertos locales. “Es mer­cadería de origen extranjero que trasborda en el Gran Rosa­rio, poroto de soja que importa temporariamente nuestro país, y granos argentinos que llegan desde puertos de cabo­taje de Chaco y Entre Ríos”, consignó el informe.

Brasil, en crisis

“La cuenca del Paraná ya hace sentir los efectos de la sequía en el agronegocio y la genera­ción de energía”, es el título de un reportaje de Folha de Sao Paulo en el que se foto­grafió el lago casi seco de la hidroeléctrica Água Ver­melha, en la frontera de San Pablo y Minas Gerais.

La eligieron como símbolo de la situación porque es la última de las 12 hidroeléc­tricas del Río Grande, que nace en la Serra da Canastra, en Minas Gerais, y forma el río Paraná después de unirse con el río Paranaíba, apenas kilómetros después. “En con­junto, los tres ríos represen­tan dos tercios de la capacidad de almacenamiento de ener­gía del subsistema de ener­gía Sudeste/Medio Oeste”, un corazón eléctrico afectado por la falta de agua.

Por ello, la Agencia de Agua y Saneamiento (ANA) declaró una emergencia hídrica y limitó la captación de agua en los ríos para las explotaciones agroindustriales de la zona que van desde el ganado y la caña de azúcar hasta la pisci­cultura que se ve duramente comprometida por la sequía.

“Existe consenso entre los expertos en que la crisis es estructural y necesita soluciones a largo plazo. “Estos son temas como el cambio del uso de la tierra, el cambio cli­mático, aspectos del desarro­llo económico que conducen a la supresión de la vegetación”, dijo el presidente del Comité Hidrográfico de la Cuenca del Paranaíba, Breno Este­ves Lasmar. “Donde no hay bosque, no hay agua”, espe­cificó en el artículo de Folha.

Según el Cemaden (Cen­tro de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales), la cuenca del río Paraná ha estado experimentando pre­cipitaciones por debajo del promedio durante 22 años y la situación empeoró desde febrero del 2019, cuando recibió los peores volúmenes desde principios de la década de 1980. “En términos de caudal, se puede concluir que la parte alta de la cuenca del río Paraná enfrenta una situación que se puede cali­ficar como severa y excep­cional desde el 2014”, dice.

Por su parte, el 14/7 pasado, Reinaldo Azambuja, el gober­nador de Mato Grosso do Sul, declaró una situación de emergencia por 180 días. “Las heladas han afectado mucho a algunas regiones y la sequía ha sido extremada­mente dañina”, consignó.

El Alto Paraná

Comprende los primeros 1.550 km del río, desde su nacimiento hasta la confluencia con el río Paraguay. En este trayecto atraviesa el macizo de Brasilia, por lo que es un río de meseta, que discurre sobre un lecho rocoso, entre barrancas que se van distanciando pro­gresivamente entre sí. En épocas pasadas presentaba gran cantidad de saltos de agua y rápidos, entre ellos los muy bellos Saltos del Guairá que han sido tapados por el embalse de Itaipú y los rápidos de Yacyretá, que también desaparecieron.

El tramo brasileño es el más modificado por la acción humana: la vegetación subtropical circundante ha sido completamente reemplazada por campos dedicados a la agricultura y la cría de ganado y sus planicies de inundación fueron sumergidas bajo los embalses, lo que alteró totalmente los regímenes del río.

Tras la represa de Yacyretá, presenta una clara dirección hacia el oeste, ensanchándose progresivamente y ramificándose en varios canales que forman gran cantidad de islas hasta unirse frente a Paso de Patria con el río Paraguay.

Sus principales afluentes son: por la margen derecha, los ríos Verde, Pardo, Ivinhema y Monday; y por la margen izquierda, los ríos Tieté, Paranapanema, Ivaí, Piquirí y Iguazú.

Fuente: Diario La Nación